Fue el deseo de trabajar en una clínica profesional y espacialmente puntera la que llevó a mis hermanos a reformar parcialmente una clínica que ya diseñé para mis padres en 2006, bajo otros parámetros.
Conservando la fachada de madera que armoniza con el edificio en el que se sitúa y con el parque que está en frente, y manteniendo la zona privada intacta, procedimos a reformar el acceso, recepción y sala de espera, para poder contar con un nuevo despacho donde poder recibir de manera privada al paciente. Se cualificaron los gabinetes dándoles más altura libre y creándoles un “falso lucernario que permite ver el cielo” (psicológicamente fabuloso para el paciente pero también para el personal de la clínica); se diseñó un mobiliario singular que integra pantallas y otro equipamiento específico, con el objetivo de que el gabinete se perciba siempre ordenado y limpio; etc.
Hemos querido mantener la idea inicial del proyecto de hace 11 años, de que “no pareciese una clínica sino más bien un espacio doméstico”, con lo que el uso de la madera es extensivo y para la sala de espera se optó esta vez por unas moquetas técnicas que reproducen las olas del mar en la orilla que está sólo a 200m de allí.